Un oficial de la DACI también alerta sobre los lenocinios clandestinos.
El 11 de enero de 2017, seis abogados fueron narcotizados en un karaoke del barrio de Miraflores, La Paz. Cuando despertaron, sus objetos de valor y dinero habían desaparecido. La revisión de las cámaras de vigilancia delató a los culpables.
Se trataba de dos meseros, quienes en complicidad con una mujer, que se hacía pasar por cliente, hurtaron sus teléfonos móviles.
El año pasado, en La Paz, en 30 intervenciones, la Policía capturó a 50 pildoritas, y en lo que va de este año, a cuatro, informó el mayor Juan José Millán, jefe de la División Propiedades de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) del departamento.
Pero éste no es el único caso. Hay establecimientos, por lo general ilegales, cuyo personal —administradores, meseros o pinchadiscos— trabaja en complicidad con los asaltantes.
“Hay todo tipo de bares y discotecas; algunos son más frecuentados por gente antisocial. Todo lo que roban, sean mantas, celulares, dinero, billeteras o joyas, lo depositan en estos sitios para cambiarlos por trago y dinero”, sostuvo un efectivo del Departamento de Análisis Criminal e Inteligencia (DACI) de la fuerza anticrimen de La Paz, quien pidió no ser identificado.
“Los antisociales hacen contacto con los dueños de los establecimientos o con gente que trabaja allí, como meseros o DJ (pinchadiscos), para fichar a posibles víctimas, que tengan objetos de valor, con el fin de robarles”.
Los delincuentes que operan en estos espacios son de tres tipos: descuidistas, pildoritas y aquellos que apelan a la violencia.
Fuente: La Razón