Cuando el amor por el deporte lo es todo

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Los Juegos Olímpicos son el sueño de todo deportista. Y muchos atletas, ante la imposibilidad de representar a sus países de nacimiento, deciden iniciar proyectos con otros con los que tienen lazos.

De este modo, en Pyeongchang nos encontramos con tres deportistas nacidos en Estados Unidos que defienden a México, dos franceses con Timor y Colombia, o un finlandés y un austríaco con Bolivia, entre otros.

Bolivia puede ser el caso más representativo con el ‘finlandés’ Timo Gronlund, que quedó 105 entre 118 participantes en 15 km de esquí de fondo, y el ‘austríaco’ Simon Breitfuss, que suele quedar entre los puestos 40 y 50 en las pruebas de esquí alpino.





“En el año 2010 conocí a Leny, mi mujer, boliviana, en Estados Unidos. En mayo de 2011 me mudé a La Paz, tras casarnos ese mismo año. Después me enteré de que si vivía dos años en Bolivia podía obtener la nacionalidad. Probablemente la idea de representar a Bolivia en los Juegos Olímpicos de Invierno pasó por mi mente”, explicó Gronlund a la AFP.

Breitfuss, nacido en el Tirol austríaco, obtuvo la nacionalidad boliviana en 2015, después de seis años de negociaciones con la recién creada federación de este país.

El austríaco había visitado por primera vez Bolivia con ocho años, acompañando a su padre, que era profesor de esquí en Argentina.

“Bolivia me gusta, soy parte del país. Me siento bien”, indica el esquiador, que ahora pasa unos cuatro meses al año en el país sudamericano.

En una política de atracción de naciones con poca tradición en deportes de nieve, la Federación Internacional de Esquí (FIS) ofrece una cuota de participación a cada país.





Reglas de la FIS

La única condición es que los inscritos en los Juegos estén entre los primeros 500 del ránking mundial en esquí alpino, mientras que en esquí de fondo la FIS pide que el deportista alcance unos puntos, que se logran participando en varias pruebas.

Uno de primeros que aprovechó esta política de incluir en la competición a países con poca tradición de esquí fue el aristócrata europeo Hubertus de Hohenlohe.

Hubertus nació en México hace 59 años porque su padre, el príncipe Alfonso von Hohenlohe, era el responsable en el país azteca de la filial de Volkswagen.

Al haber nacido en México, tener sangre italiana, alemana y austríaca, la mejor opción para realizar su sueño era el país azteca y en 1981 puso los cimientos para crear la federación.

Eso le ha permitido participar en seis Juegos Olímpicos.

Siguiendo sus pasos, Rodolfo Dickson, que apenas habla español, participa a sus 20 años con México en las pruebas de esquí alpino en Pyeongchang.

El deportista nació en Puerto Vallarta y fue adoptado siendo un bebé por una pareja estadounidense.

Crear una federación en Timor

A Dickson se une Robert Franco, especialista de slopestyle, de padre mexicano y madre estadounidense, con dificultades para expresarse en español, y Sarah Schleper, norteamericana de casi 39 años, casada con un mexicano.

Yohan Goutt Gonçalves, nacido en París hace 23 años, representa a Timor Oriental por segunda vez.

“Es difícil explicar a un timorense lo que hago. La palabra esquí no existe en la lengua tetún”, explicaba Goutt antes de los Juegos de Sochi.





De madre timorense y padre francés, participa en esquí alpino.

Yohan Goutt y su familia decidieron un día poner en marcha el sueño del joven esquiador de participar en unos Juegos de Invierno, representando al país de su madre.

El primer paso fue crear la federación timorense de esquí. Y se pusieron manos a la obra. La sede sería la casa de uno de los tíos de Yohan, en la capital del país, Dili.

Michel Poettoz, que representa a Colombia, es un caso parecido al de Rodolfo Dickson.

Nacido en Cali (Colombia), fue adoptado siendo un bebé por una pareja francesa y con ayuda de patrocinadores puede representar a su país de nacimiento, aunque apenas habla unas pocas palabras de español.

Charles Flaherty, un estadounidense de 17 años, residente en Puerto Rico desde los 9, asistió a los Juegos de Sochi y pensó que le gustaría participar en unos Juegos.





Con la ayuda de un amigo de la familia, Antonio Colón, hace poco más de un año y medio se fundó la Federación Puertorriqueña de Atletas Invernales.

En el eslalon gigante quedó en el puesto 73 entre 75 participantes, a 38 segundos del ganador.

Todos ellos han podido cumplir su sueño olímpico. Lo importante es participar.

 

Fuente: Págian siete


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